Ficha Nº 2: Ustedes son el campo de la FE
1-
Bienvenida
2-
Motivación inicial
La animadora presenta el tema que nos convoca esta vez,
nuevamente de cara a la misión nos reunimos con una temática: “Ustedes son el
campo de la Fe”, frase que nos repitió el Papa Francisco en la Vigilia de
oración en la playa de Copacabana en la JMJ de Río 2013, y que en el transcurso
de estas semanas iremos desmenuzando.
Luego narra, si es posible sin leerlo, el siguiente cuento:
Los hombres y la tierra
Hay muchas maneras de estudiar la tierra. De relacionarse
con ella. He conocido un grupo de ingenieros que vinieron al campo, extrajeron
pequeñas muestras de tierra, y luego las analizaron minuciosamente en sus
laboratorios. Al tiempo volvieron acompañados por otros hombres e instalaron
una ladrillería. Arañaron la superficie de la tierra y le sacaron toda la capa
fértil. La humillaron prolijamente en el pisadero, la mezclaron
con otros
elementos, de la zona unos y otros traídos de afuera. moldearon el amasijo,
luego lo resecaron al sol y lo apilaron de a miles formando un hormiguero. El
fuego completó la obra, endureciendo esta tierra fértil, desmenuzada sin
identidad en una infinitud de paralelepípedos útiles para ser transportados y
apilados en cualquier parte.
Cuando se agotó la tierra fértil y el paisaje mostró su
rostro agrio de médano y de tosca, esos hombres levantaron el campamento y se
fueron a reanudar su minería en paisajes nuevos. No creo que la nostalgia haya
tenido nada que hacer en su despedida. Nada dejaban allí esos hombres que fuera
obra suya, a no ser los restos de hornallas de color entre rojo y negro, que en
ese paisaje de tierra semejaban bocas de puñalada en el cuerpo de un finado.
También he visto un grupo de hombres que en términos científicos
hablaban de la fauna y de la flora. De cada yuyo distinto sacaron un par de
hojitas. Descubrieron flores raras y se indignaron al comprobar que otras se
habían extinguidos. Estos hombres, ¡con qué respeto y con qué altura hablaban
de la tierra! Con términos precisos y correctos aborrecieron el trabajo de los
ladrilleros.
Y luego de unos días, agotado ya lo que tenían que decir, se
fueron también ellos del paisaje, sin que quedaba de ellos ni un recuerdo en
absoluto. A su paso, es cierto, el paisaje no quedó humillado. Pero tampoco se
aportó nada nuevo al paisaje. No se vio allí organizarse un trebolar, ni
verdear un trigal. ni preñarse los surcos en el batatal.
Al tiempo, una ley declaró a ese paisaje: “Parque Nacional”.
Y con ello esa tierra fue sentenciada a virginidad perpetua; a ser para siempre
tierra de turismo, paisaje para ser gozado o estudiado sin compromiso; con
prohibición absoluta de que allí se hiciera ni organizara nada.
Y he visto también otros grupos de hombres. Vinieron con
todo lo poco que tenían, y algunos animales. Tenían muchas menos posibilidades
que los ladrilleros y mucha menos ciencia que los sabios. Pero tenían una gran
riqueza: tenían tiempo y cariño por la tierra.
Comenzaron por incendiar un trozo de pajonal. Ordenaron un
pequeño trozo de paisaje y allí se instalaron para vivir. Traían semillas
distintas, nuevas para ese paisaje viejo. Al principio todo pareció quedar
igual, salvo los pequeño tablones de geografía cambiada. Y la presencia
constante de aquellos hombres en diálogo continuo con la tierra, interpelándola
por los abrojos, por la quínoa y el chamico.
Nuestros hombres no interpelaban a la tierra por lo visible
de la tierra, por lo que la tierra mostraba. Interpelaban a la tierra por lo
que en la tierra había de oculto. No se limitaron a recoger u organizar lo que
encontraron en su superficie. La incendiaron, la roturaron, la recorrieron
tranco a tranco sembrándola de semillas nuevas. Después supieron esperar.
Esperaron vigilantes, carpiendo siempre el rebrote del paisaje viejo. Y lo que
es importante: vivieron en la tierra; no se fueron de ella.
Eran hombres con fe en la tierra. Con un cariño profundo por
la tierra. Sabía que la tierra tiene posibilidades muchísimo más ricas que
aquello que puede dar cuando es dejada a sus solas fuerzas.
No es que se hayan propuesto liberarla de algo: yuyos
invasores o antiguo pajonal. No quisieron liberar la tierra de algo. Quisieron
liberar algo en ella. Sus posibilidades ocultas, su capacidad de trigal, su
florecer de linares, sus rastrojos de maizal fortificado de trojas.
La tierra aceptó a estos hombres. Les devolvió con inmensa
generosidad las semillas que ellos habían sembrado. Al tiempo comenzó a haber
una identificación entre esos hombres y la tierra liberada.
Bajo un mismo sol, la tierra y los hombres comenzaron a
tener la piel color trigal. Y cuando el hombre se acostó a dormir en el surco,
la tierra se levantó a vivir en el alma de sus hijos.
Así cuentan que nació el folklore, con sus coplas.
(Publicado en el libro
La sal de la tierra, Editorial Patria Grande.)
Puesta en común
-Rumiar el relato
¿De qué nos habla el autor en el cuento? ¿Qué
tipos de hombres va presentando? ¿Cómo los caracteriza? ¿Cómo describe su
relación con la tierra? ¿Qué características tiene la relación de los hombres
que trabajan y se quedan a vivir en la tierra? Comparar con los anteriores.
¿Qué actitudes descubres en la práctica de estos últimos hombres?
-Descubrir su significado:
Relaciona cada tipo de hombres
que el cuento presenta (son tres: el que utiliza la tierra y se marcha, el que
la declara "Parque Nacional" y el que se asienta en ella y con cariño
la trabaja) con diferentes maneras de educar y formar a los demás. ¿Cómo
caracterizarías cada una?
¿Qué consecuencias puede traer el
- trabajar la tierra hasta
moldearla sin identidad
- el mantener la tierra en su
estado "natural", sin compromiso de cambio o mejora
Si pensamos en la tierra como
nuestro corazón, nuestra vida?
¿Qué puede significar el
- liberar las posibilidades que
la tierra oculta?
¿Cuáles son las actitudes que el
cuento presenta como "necesarias" y "facilitadoras" de ese
proceso de liberación y crecimiento? ¿Puedes agregar otras? ¿Qué aprendes del
cuento para tu vida?
A lo largo de nuestra vida nos acompañaron personas que han ido transformando
nuestra Tierra algunos sin demasiado compromiso y otros con total cariño,
reconociendo la grandeza y la posibilidad de SER de ella, pero hoy los
protagonistas de esta transformación somos nosotros, el campo de nuestro
corazón está en nuestras manos y somos responsables de que la semilla de la que
nos habla Jesús en el Evangelio crezca y germine para dar vida y vida en
abundancia.
Iluminación
Se les propone a los jóvenes orar solos con dos lecturas y mirar su
propio corazón para descubrir como esta el terreno de sus corazones para acoger
la Palabra transformadora de Jesús, el Señor.
Lc 8,
4-15: “Parábola del Sembrador” Jesús sembró las semillas hace 2000 años: ¿Qué
frutos han dado? ¿Qué tipo de tierra ere para acoger su Buena Nueva? ¿Qué fruto
esperás que coseche Jesús en “tu tierra” al final de los días?
Lc 12,
24-26: “Si el grano de trigo no muere..”
¿Qué significa para mi esta Palabra de Jesús? ¿Cuáles son las “muertes” que
tengo que pasar para que la buena semilla fructifique?
Oración:
En un sobre, a modo de carta, entregamos a cada joven una copia de la
homilía del Santo Padre Francisco, este momento se puede hacer en el oratorio o
capilla, con una frase: VOS SOS MI TIERRA FERTIL, u otra que se adecuada; una
imagen del Sembrador, y semillas de diferentes clases.