Es de vital importancia para nuestra vida una fuerte y consciente experiencia y vivencia del Misterio de la Cruz y del sacrificio del Altar, la vida sacramental ha de ser el manantial que sacie nuestra sed. Es el Amado quien se nos da en cada Sacrificio ofreciéndose Él mismo a nuestro corazón.
Palabras de Francisco:
“Antes de recibir a Dios…haciendo un acto de caridad…se da Cristo con tanta perfección cuanto es más perfecto el acto. Comulga uno, comulgan mil…la Iglesia se da a sí misma al Esposo…amando a la cabeza y a todos los miembros de su cuerpo moral…la Esposa recibe el ósculo de paz y acepta la entrega del Amante…y éste a la vez recibe, acepta y abraza a su esposa fortificando y corroborando con sus gracias y dones, su fe, su esperanza y su caridad”. (Rel. II. 37)
Intenciones: espontáneas, respondiendo:
“Enséñame a valorar tu Entrega y tu amor”
Rezamos un Padre nuestro; Ave María; Gloria.
Finalizamos: Oración a nuestro P. Fundador.
Cantamos a María: “Santa María del Camino”