viernes, 23 de septiembre de 2011

2º Día Novena Teresita: “Vivamos el Mandamiento del Amor”


 
(Seguimos el esquema del 1º día y luego)
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Lucas:

Un doctor de la ley, le hizo esta pregunta a Jesús: ¿Quién es mi prójimo? Jesús le respondió:
“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.
Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También paso por allí un levita: lo vio y siguió su camino. Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.
Al día siguiente, saco dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver” ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?”. “El que tuvo compasión de él” respondió el doctor. Y Jesús le dijo: “Ve y procede tu de la misma manera”.

Iluminación de Santa Teresita:
“He notado que las almas imperfectas están desatendidas, limitándose uno a usar con ellas la cortesía religiosa; pero por temor quizás a dirigirles alguna palabra desagradable, se evita su compañía. Al decir almas imperfectas no me refiero solamente las imperfecciones espirituales... sin que incluyo también a la falta de criterio, de educación y lo quisquilloso de ciertos temperamentos; cosas que no contribuyen a hacer la vida agradable.


He aquí la conclusión que saco de esto: debo buscar la compañía de las hermanas con quienes no simpatizo según la naturaleza, y hacer con ellas el oficio del Buen Samaritano. Una Palabrita, una amable sonrisa basta a menudo para regocijar un alma triste y herida.
Recuerdo un acto de caridad que Dios me inspiró siendo aun novicia. El padre Celestial, que ve en lo secreto, me ha recompensado ya, sin esperar a la otra vida, este acto, tan pequeñito en apariencia.
Antes de que la Hna San Pedro quedara del todo enferma y tullida, era necesario que cada tarde a la seis menos diez, dejara una la oración para conducirla al refectorio. Me costaba mucho ofrecerme para hacer este servicio, pues no ignoraba la dificultad, o  mejor la imposibilidad de contentar a la enferma; a pesar de ello, no quería desperdiciar tan buena ocasión, recordando aquellas palabras divinas: Lo que hagas al más pequeño de los míos a mis me lo haces.
Me ofrecí pues, muy humildemente a conducirla, y no sin trabajo logré que aceptara mis servicios. Puse manos a la obra, con tan buena voluntad, que salí airosa de mi empresa...
Ya ve, Madre mía, que soy un alma muy pequeñita que solo puede ofrecer a Dios cosas muy pequeñitas, y aun así sucede que a menudo dejó escapar estos insignificantes sacrificios que tanta paz proporcionan al corazón, pero no me desaliento por esto, sino que soporto con paciencia de un poco menos de paz y procuro estar más atenta otra vez.”

Para reflexionar y compartir:
*         ¿Qué es lo que te llama la atención del Evangelio y del texto de Teresita?
*         ¿Qué actitudes nos motivan a vivir cada uno?
*         ¿Tus pensamiento, tus palabras, tus gestos diarios,  tus proyectos, tus relaciones con los que te aman  o no tecaen tan simpáticos, están basados en la regla de oro de Amor?
*         ¿Podrías amar sin tener los ojos puestos en Jesús?