viernes, 24 de febrero de 2012

OREMOS CON SOR ISABEL DE LA TRINIDAD



 Ambientación:
Isabel tiene una predilección por buscar a Dios en sí misma. Hacía del “santuario interior”, del “templo”, o del “abismo”, “centro” de su alma, se siente y se sabe “casa de Dios”, Dios está “en el fondo” nuestro, en nuestra “celda interior”, en “la celda del corazón”, en el “cielo de nuestra alma”.

Canto sugerencia: “Déjate amar”

Reflexión:
"Pacificad mi alma, haced de ella vuestro cielo, vuestra morada amada y el lugar de vuestro descanso. Que nunca os deje solo, sino que permanezca totalmente con Vos, vigilante en mi fe…”(N I 15).
Buscando a Dios en sí misma, se sabe al mismo tiempo asumido por el mismo Dios. En su oración pide “no salir jamás de Vos”, “perderse en su inmensidad”, “sumergirse en los Tres, a los que pide “sumergirse en ella”. La Trinidad, ved aquí nuestra morada, la casa paterna de la que nunca debemos salir (CF 2).
(Silencio)


Iluminación bíblica: Juan 14,23


Música: “Encuentro de amor”


Meditación: (sugerencia leer detenidamente dejando espacios de silencio y de fondo música - Tuya soy - instrumental)
Es necesario aprender (o re-aprender) a vivir en la presencia de Dios.
"Recógete interiormente en su presencia” (L. e. 260),
“Recógete de tiempo en tiempo” (L. 302),
“Dime si progresas en el camino del recogimiento interior respecto a la presencia de Dios” (L. e. 255).
“Piensa algunas veces, durante el día, en Aquel que vive en ti, que tiene tanta sed de ser amado” (L. e. 88),
“Es necesario que te construyas, como yo, una celdita dentro de tu alma: piensa que el buen Dios está allí y entra en ella de vez en cuando” (L. 123).


Oración a Sor Isabel:
Oh Dios, rico en misericordia, que descubriste a la  Beata Isabel de la Trinidad el misterio de tu  presencia secreta en el alma del justo e hiciste de ella una adoradora en espíritu y verdad, concédenos, por su intercesión, que también nosotros, permaneciendo en el amor de Cristo. Merezcamos  ser transformados en templos del Espíritu Santo del Amor, para alabanza de tu gloria, por nuestro Señor Jesucristo.