Lectura del evangelio según San Mateo (5, 1-12)
Al ver a la multitud, subió al monte. Se sentó y se le acercaron los discípulos. Tomó la palabra y los instruyó en estos términos: Dichosos los pobres de corazón, porque el reino de Dios les pertenece. Dichosos los afligidos, porque serán consolados. Dichosos los desposeídos, porque heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque serán tratados con misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque verán a Dios .Dichosos los que trabajan por la paz, porque se llamarán hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa del bien, porque el reinado de Dios les pertenece. Dichosos vosotros cuando os injurien, os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad alegres y contentos pues vuestra paga en el cielo es abundante. De igual modo persiguieron a los profetas que os precedieron.
Iluminación de Teresita
“Comprendí que para ser santa había que sufrir mucho, buscar siempre lo más perfecto y olvidarse de sí misma. Comprendí que en la perfección hay muchos grados, y que cada alma era libre de responder a las invitaciones del Señor, y de hacer poco o mucho por Él, en una palabra, de escoger entre los sacrificios que Él nos pide. Entonces, como en los días de mi niñez, exclamé: “Dios mío, yo lo escojo todo. No quiero ser santa a medias, no me asusta sufrir por ti, sólo me asusta una cosa: conservar mi voluntad. Tómala, pues yo escojo todo lo que tú quieras…!”
Este deseo podría parecer temerario, si se tiene en cuenta lo débil e imperfecta que yo era, y que aún soy después de siete años vividos en religión. No obstante, sigo teniendo la misma confianza audaz de llegar a ser una gran santa, pues no me apoyo en mis méritos – que no tengo ninguno- , sino en Aquél que es la Virtud y la Santidad mismas. Sólo él, contentándose con mis débiles esfuerzos, me elevará hasta él y, cubriéndome con sus méritos infinitos, me hará santa…”
¡Oh Dios mío, Trinidad santa!, yo quiero amarte y hacerte amar, y trabajar por la glorificación de la santa Iglesia salvando a las almas que están en la tierra y liberando a las que sufren en el purgatorio. Deseo cumplir perfectamente tu voluntad y alcanzar el grado de gloria que tú me has preparado en tu reino. En una palabra, quiero ser santa. Pero siento mi impotencia, y te pido, Dios mío, que seas tú mismo mi santidad.”
Para Reflexionar
1. El evangelio de las Bienaventuranzas muestra las actitudes de alguien santo ¿Cuáles te llaman más la atención? ¿Se puede ser santo hoy en día?
2. ¿Alguna vez pensaste que el deseo más grande que Dios tiene para vos es que “seas santo/a”? ¿Cómo se logra esto?
3. Ahora te animamos a soñar ¿Cómo sería tu barrio si cada persona se esforzara por ser santa?
4. Al concluir este sexto día de la novena te hacemos una invitación, propagar entre tus conocidos sobre la importancia que tiene la SANTIDAD en la vida de todo cristiano.