sábado, 4 de diciembre de 2010

Primer día



Oración preparatoria:

“Señor, llama de amor ardiente,
tú que enseñaste secretamente tus misterios
a San Juan de la Cruz, permítenos que su ejemplo
e intercesión alimenten nuestro camino de oración,
y concédenos la gracia de servirte con fidelidad,
a través de todos nuestros pensamientos,
palabras y acciones”. Amén.

San Juan de la Cruz nos dice…

“¡Oh, Señor Dios mío!, ¿quién te buscará con amor puro y sencillo que te deje de hallar muy a su gusto y voluntad, pues que tú te muestras primero y sales al encuentro a los que te desean?” 
“¡Oh dulcísimo amor de Dios, mal conocido! El que halló sus venas descansó.” 
¡No me quitarás, Dios mío, lo que una vez me diste en tu único Hijo Jesucristo, en que me diste todo lo que quiero. Por eso me holgaré que no te tardarás si yo espero. ¿Con qué dilaciones esperas, pues desde luego puedes amar a Dios en tu corazón?”  


Iluminación: Mateo 25, 31-46 

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su glo­ria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su iz­quierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el rei­no preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, es­tuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”.  
Entonces los justos le contestarán: Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimenta­mos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a ver­te?”  
Y el rey les dirá: Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis”.  Y entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno prepara­do para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis”. 
Entonces también éstos contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o fo­rastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asis­timos?” 
Y él replicará: “Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo”. 

Silencio, oración personal.
Rezamos: Padre Nuestro; Ave María; Gloria…


Oración final:

“Señor, Dios nuestro, que hiciste de San Juan de la Cruz, nuestro padre, un modelo de abnegación evangélica y un perfecto amador de Cristo crucificado, concédenos que, siguiendo su ejemplo y su doctrina, lleguemos hasta la contemplación eterna de tu gloria”. Amén